El servicio de orden
Cuando entras en la parroquia para celebrar la misa, a lo mejor te pasa como a mí, y ves a esas personas que te reciben con una sonrisa, un buenos días y un disparo de gel hidroalcohólico, y te sientes agradecido y admirado.
Agradecido por la labor que hacen desde que en junio de 2020 se creó lo que D. Arturo llama el «servicio de orden» -servicio, esa palabra tan cristiana- en la parroquia y que consiste en prepararlo todo para que estemos seguros: limpiar con lejía antes de las celebraciones; acompañar y colocar a la gente según vengan solos o en grupos en unos bancos u otros; organizar las filas para comulgar; despedirnos con un «buen domingo» y el cestillo a la salida…
Y admirado, decía, por su constancia y su disposición en estos meses tan duros.
Tantos que han ayudado puntualmente, o de forma regular, dando su tiempo y abandonando -si lo tenían- el miedo por todos nosotros.
Tantas personas anónimas para algunos que deben tener su reconocimiento.
Así que, por eso, gracias a todos: a Amalia, Enedina, Mariví, Chema y Conchi; Almudena, Rocío, Maria José, Martín y Paloma.
Anne Lise, Elena, María, la «otra» Paloma, Antonio, Laura, Pilar y Sagrario; Teresa y Francia; Carlos, Carolina y Javi. Y Laura, también.
Gracias a las 19 mujeres y gracias a los 5 hombres. Vosotros sois Evangelio vivo.
Muchísimas gracias Cesar, hermosas palabras que merecen toda mi gratitud.
Gracias.
Gracias por vuestros animos. Que Dios os bendiga en vuestra vocación.