Calendario de Adviento: 9 de diciembre
Hoy se asoma a nuestro calendario San Juan Diego
San Juan Diego Cuauhtlatoatzin, laico indígena, padre de familia, converso al cristianismo gracias a la presencia de los franciscanos en la Ciudad de México, a quien se le apareció la Virgen de Guadalupe. Nació hacia 1474 en Cuauhtitlán (México). De origen chichimenca fue bautizado y educado en la fe católica por los franciscanos. Juan Diego murió el 30 de mayo de 1548. Fue beatificado el 6 de mayo de 1990 y en 2002 canonizado por el papa Juan Pablo II. Si quieres conocer más sobre San Juan Diego, puedes ver este vídeo
Palabras del papa Juan Pablo II en la homilía de beatificación de Juan Diego
El 6 de mayo de 1990 tuvo lugar en México, durante el viaje apostólico de Juan Pablo II a ese país, tuvo lugar el acto de beatificación de Juan Diego. En la homilía el Santo Padre destacó el ejemplo de humildad, su fe sencilla, su confianza en Dios y en la Virgen y su pobreza evangélica.
“Su amable figura es inseparable del hecho guadalupano, la manifestación milagrosa y maternal de la Virgen, Madre de Dios, tanto en los monumentos iconográficos y literarios como en la secular devoción que la Iglesia de México ha manifestado por este indio predilecto de María.
A semejanza de los antiguos personajes bíblicos, que eran una representación colectiva de todo el pueblo, podríamos decir que Juan Diego representa a todos los indígenas que acogieron el Evangelio de Jesús, gracias a la ayuda maternal de María, inseparable siempre de la manifestación de su Hijo y de la implantación de la Iglesia, como lo fue su presencia entre los Apóstoles el día de Pentecostés.
Las noticias que de él nos han llegado encomian sus virtudes cristianas: su fe sencilla, nutrida en la catequesis y acogedora de los misterios; su esperanza y confianza en Dios y en la Virgen; su caridad, su coherencia moral, su desprendimiento y pobreza evangélica.
Llevando vida de ermitaño aquí, junto al Tepeyac, fue ejemplo de humildad. La Virgen lo escogió entre los más humildes para esa manifestación condescendiente y amorosa cual es la aparición guadalupana. Un recuerdo permanente de esto es su rostro materno y su imagen bendita, que nos dejó como inestimable regalo. De esta manera quiso quedarse entre vosotros, como signo de comunión y de unidad de todos los que tenían que vivir y convivir en esta tierra”.
(De la Homilía de beatificación de Juan Diego)

Imagen de San Juan Diego, por Raúl Berzosa.