El Icono de la Natividad del Señor (3ª Parte).

CUARTO DOMINGO DE ADVIENTO:
“DICHOSA TÚ QUE HAS CREÍDO”

2012-12-23 00.47.22 Web
• La Virgen María
La figura más destacada del icono es María, se encuentra situada en el centro, enmarcada por la manta sobre la que descansa, que es de color púrpura: el color de la vida y de la sangre, y el color de la realeza.

Se sitúa junto a la cueva, fuera de ella, generalmente recostada, alguna vez sentada, en otros pocos casos arrodillada.
Su sereno pero incondicional asentimiento a la invitación del ángel la ha llevado a Belén, haciendo de una cueva situada en las afueras de una aldea campesina el centro del universo.virgen
Colocada próxima al corazón de la montaña, junto a la oscuridad de la cueva, representa el comienzo de la luz que está viniendo a iluminarla. San Gregorio Niseno, uno de los tres “Padres Capadocios(Santos Padres de la Iglesia Griega), dirá que en este hecho “entrevemos la premisa del misterio de la Virgen de cuyo parto ha surgido sobre el mundo la luz de Dios”.

La Virgen lleva tres estrellas, una sobre la frente y otra sobre cada hombro; indican su triple virginidad: antes, durante y después del parto. Viste con una túnica azul y un manto rojo por encima, el azul significa la humanidad, y el rojo la divinidad. Así, María vestirá al contrario que Jesucristo, el cual, cuando aparece representado de adulto en los iconos, lleva una túnica roja y un manto azul que la cubre. En María vemos la humanidad revestida de divinidad, en Jesús la divinidad revestida de humanidad.

Los cristianos ortodoxos la llaman la “Theotokos”: la Madre de Dios; su nombre, en los iconos, aparecerá a veces junto a ella indicado por las letras griegas «MP θY», las iniciales y finales de las palabras griegas «Míter Theoú» = Madre de Dios.

La Virgen, generalmente no mira al Niño, sino hacia el infinito, “guardando en su corazón” todo aquello que de extraordinario ha acontecido en ella. Hay algo en el modo de mirar de María que nos indica el hecho de estarse preguntando sobre el futuro del niño; para ella, por ahora, es algo desconocido, aunque sabe que algo grande le espera.

Sobre su rostro, también, se lee la tristeza humana de una madre que querría dar algo más a su Hijo -a su Señor- en el momento de su nacimiento, y no simplemente un pesebre y el seno de una cueva inhóspita utilizada como establo. Al igual que hoy en día, tantas madres en nuestro mundo, querrían dar a sus hijos lo mejor y no pueden, porque “no han encontrado sitio en la posada” de un mundo lleno de desigualdades. María representa para ellas la esperanza y la fuerza para seguir luchando por sus hijos y por ellas mismas, en un mundo que pronto ha de ver la luz de Dios que viene a hacernos hermanos y a recordarnos que Él siempre tiene la última palabra: VIDA.

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